viernes, 17 de diciembre de 2010

Así me tenías, atada de pies y manos, ciega y muda. No veía más allá de vos, no decía lo que sentía en realidad. Presa de tus encantos que pocas personas saben ver pero yo reconocí el primer día que te ví. Lo recuerdo y sonrío. ¿Por qué todavía, de vez en cuando, tengo deseo de volver a estar así? Quizás porque así era todo más fácil.

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