martes, 14 de diciembre de 2010

Don't wanna drown no more


A veces una quiere preocuparse por sí misma, ocuparse en estar bien, en hacer las cosas que siempre quiso. El problema con eso es que no siempre es tan fácil. Si lo fuera, los psicólogos vivirían en la calle en vez de llenarse los bolsillos con lo que cobran por escucharnos. A veces lo que una quiere para sí misma no es hacer lo que siempre quiso, si no salir a caminar de la mano con la persona que quiere, o ir a ver una película con esa persona.
¿Por qué siempre buscamos a alguien para ser felices? Porque el camino de la felicidad generalmente se cruza con el del amor. Necesitamos el calor de alguien a nuestro lado para poder sentirnos completos, para sentir confort, bienestar. Cuando sentimos cosas por alguien y ese alguien nos corresponde, automáticamente pasamos a un estado de armonía con todo nuestro ser, y eso es más poderoso que el efecto de cualquier droga.
Cuando nos enamoramos nos damos cuenta que no somos robots que se mueven solo por comandos, si no que realmente somos personas, sentimos, amamos, extrañamos. Por eso es que cuando la persona que besas literalmente te quita el aliento con cada roze de labios, es cuando realmente te sentís viva, sentís que todo al rededor tuyo brilla...sos feliz, feliz en serio. Más feliz que cuando comés tu dulce favorito, o cuando mirás esa película que tanto te hace reir. Más feliz que cuando comprás ese vestido que siempre quisiste.
Más feliz que nunca, eso es lo que te hace sentir la persona que amás. Y eso es lo que yo extraño sentir. Extraño besar a alguien que me haga sentir que floto en el aire, extraño abrazar a alguien y sentirme segura entre sus brazos. Lo único que espero es que venga un cambio pronto, espero que la persona en la que pienso antes de acostarme se de cuenta de cómo son las cosas, venga y me abrace. Y así poder sentirme segura entre los brazos de alguien de nuevo, sentirme contenida, invencible.

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